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Oaxaca, Oax. 13 de abril de 2010 (Quadratín).- A partir de la lectura del discurso de toma de protesta del candidato del PRI (y del invisible PVEM), Eviel Pérez Magaña, se podría establecer que, pese a todo, algunas de sus propuestas coinciden con las que ha planteado su adversario, Gabino Cué Monteaguado, candidato de la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso.
Ambos plantean un nuevo acuerdo o pacto social; ambos también proponen como prioridad el combate a la pobreza así como la inseguridad y el respeto a los derechos humanos.
Lo que los hace diferentes es el método, las estrategias y las rutas críticas que debe seguirse para cumplir con sus ofertas de campaña. Eviel le apuesta a la transformación (¿o transfiguración?), a la continuidad, si no es que al continuismo; Gabino al cambio con ruptura del viejo orden político, a la alternancia y, si se puede, a la transición democrática.
Por lo menos desde el sexenio de Heladio Ramírez López (1986-1992) a la fecha, el combate a la pobreza se ha constituido en el eje de los discursos de campaña y programas de gobierno de los candidatos y gobernadores priístas.
Es probable que después de 24 años no todo siga igual, pero si se repasan los principales indicadores de pobreza lo que salta a la vista es que, por desgracia, muy poco se ha avanzado en ese sentido.
De la mano de este discurso en contra de la pobreza ha ido también la oferta de un nuevo acuerdo o pacto social y/o político. Lo puso de moda el candidato y luego gobernador, Diódoro Carrasco Altamirano (1992-1998) quien, al igual que HRL, mantuvo como una de las prioridades de su gobierno la atención a los grupos indígenas.
Hoy lo recupera y hace suyo Eviel Pérez Magaña, al parecer más como un recurso retórico que convencido de que después de un sexenio caracterizado por la corrupción, la falta de acuerdos con las organizaciones sociales y la violación de los derechos humanos hace faltar modificar formas y estilos para hacer política desde el poder ejecutivo.
Es retórico porque un nuevo acuerdo social y político necesariamente requeriría romper con el pasado inmediato y eso parece lejano.
Es demagogia pura proponer como ofertas de campaña la lucha en contra de la inseguridad porque ha sido y forma parte de uno de los grandes pasivos que tiene el viejo régimen. Para irle creyendo a Eviel tal vez sería necesario que durante su campaña se atreva a exigirle al gobierno en turno el esclarecimiento de los crímenes y los incontables atracos a mano armada y secuestros que se han cometido en la entidad y de los cuáles, muy pocos se han esclarecido.
Y lo mismo ocurre con los derechos humanos. Para transformar Oaxaca, el candidato del PRI-PVEM propone que los derechos humanos se constituyan en el eje alrededor del cual se construyan las instituciones y la renovación de la legislación política.
Bajo este supuesto, los electores de Oaxaca esperarían que durante su campaña, EPM fije su postura frente a los hechos violentos de 2006 para que las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tengan curso en las instancias judiciales.
Es saludable que Eviel Pérez ofrezca a los oaxaqueños desterrar la diatriba, la insidia y la polarización como únicas estrategias de la contienda que se avecina. Sin embargo, la realidad ya dibuja un escenario distinto, tan distinto que el mismo día que Eviel pretende llamar a la cordura, la Presidenta del CEN del PRI, Beatriz Paredes, arengó en forma retadora que a su partido la oposición le hace los mandados.
Y es el principio.
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